LA PREVENCIÓN, LA GRAN OLVIDADA

En la sociedad actual hay diferentes estamentos socio-económicos y en estos, la farmacología aparece como la solución casi mágica.
Se bombardea sobre un amplio ámbito de población para que eleven al máximo su nivel de exigencia, consigan ser exitosos en diferentes áreas y no fallen de ninguna manera.
Querer alcanzar nuevas metas en el trabajo y/o tener trabajos muy exigentes tanto en tiempo de dedicación como en esfuerzo, querer ascender a puestos con mucha responsabilidad, el cuidado de la imagen, que también cobra mucha importancia; las redes sociales, especialmente Instagram, han acentuado la importancia de la imagen exponencialmente, de ahí que aparezca como una necesidad la dedicación de bastante tiempo al ejercicio físico.
La voluntad de perfección también como padres y madres, y de ahí la aspiración a tener hijos perfectos, con una exigencia muy elevada hacia ellos, sobre todo académicamente y en diferentes ámbitos, a través de actividades extraescolares, y de estar extremadamente atentos a la forma de educar a los hijos, hiperinformados sobre cómo y qué hacer en cada situación, desnaturaliza la relación familiar. En el área social el ocio está lleno de estimulaciones y actividades variadas.
Aparentemente pueden identificarse estos hábitos como los de un tipo de vida ideal, pero si miramos con detenimiento los altos niveles de exigencia, junto a un estrés continuado también bastante elevados, veremos que en muchos casos, si no en todos, no se llegan a cumplir las expectativas en una u otra área.
Se conforma un grupo de población muy propenso a que aparezcan cuadros de inestabilidad emocional como ansiedad, depresión, somatizaciones, etc. En muchos casos la medicación se elige como fórmula para seguir adelante con toda esta forma de vida.
Hay que tener en cuenta, además, la existencia de muchos tipos de familia y familias monoparentales. Con pocos apoyos en la crianza se hace muy complicado compaginar todos los ámbitos de acción.
En cambio, en otros estamentos sociales, con muchas dificultades económicas y carencias emocionales, con poco apoyo institucional, se producen situaciones muy adversas, en muchos casos familias desestructuradas, con pocos recursos socio-económicos y escasas posibilidades de acceso a la ayuda psicológica, además de un bajo nivel de conciencia sobre la conveniencia de recibirla, con lo cual la farmacología aparece como el único recurso disponible, aunque con un alto grado de abandono del tratamiento.
Trabajos precarios, miedo al despido, confrontación con nuevas tecnologías que en ocasiones no manejan, conciliación entre vida laboral y familiar, la maternidad… Y en ese contexto, si aparece la crianza, es probable que desborde la situación y se presenten muchos problemas para cuidar de una forma sana a los hijos. La crianza requiere un nivel de esfuerzo importante. No es suficiente con la alimentación y el cuidado físico del niño, sino que exige muchos cuidados emocionales, límites, normas, estimulación y, por supuesto, afecto. Tal como indica John Bowlby, “en algunos momentos de la vida los seres humanos desean tener hijos, como también desean que sus hijos crezcan sanos, felices y seguros de sí mismos. Quieren tener éxito, la recompensa es enorme, pero los que tienen hijos y no logran criarles como personas sanas, felices y seguras de sí mismas, el coste de ansiedad, frustración, desavenencias y culpa puede ser muy elevado. Tener hijos es un riesgo y la paternidad es clave para la salud mental en la generación siguiente”.
Por resumir, si nos ceñimos a estas dos vertientes sociales, en una y otra se dan formas de vida que generan niveles de estrés, depresión y cuadros de enfermedad mental, (sin querer entrar en todo tipo de adicciones como refugio en muchos casos) crónicos y recurrentes en el tiempo.
Prevención a través de grupos de encuentro
A la vista de lo descrito es preciso destacar la importancia de la prevención. La actuación en este ámbito se da de forma aislada y allí donde existe es muy puntual. También es verdad que esta área y su posible crecimiento entre la población no interesa al mundo de los laboratorios farmacéuticos, ya que si se previene la enfermedad no hay negocio.
La prevención, junto con la intervención, porque no son conceptos excluyentes, se podría llevar a cabo de diferentes formas, con grupos de encuentro.
Aquí nos centramos en grupos de padres, pero podría ser extrapolable a cualquier otro grupo con o sin característica que lo asemejara.
De los referentes que tenemos más cercanos nos podemos acordar de los grupos de alcohol u otras adicciones, cuidadores, trastornos de alimentación, como más frecuentes, pero aquí ya son grupos de tratamiento, con una intervención importante, y multidisciplinar si es posible, ya que trabajar con diferentes profesionales es un complemento ideal para el paciente.
Además de los grupos mencionados, se pueden realizar otras formas de encuentro monitorizadas por un profesional donde se indiquen pautas para llevar una vida más saludable, formas concretas de hacer, tanto por parte de los usuarios como del profesional, donde exista un contacto más profundo e íntimo entre los usuarios.
Puede ser un espacio para compartir las dudas, y dificultades del día a día, en el cual se incentiven las relaciones entre las personas, grupos humanizados en los que se pueda compartir experiencias, relacionarse ya que de una manera espontanea se refuerzan los vínculos, donde el aprendizaje vicario se da espontáneamente, y cada participante puede tanto expresar lo que sabe, como recibir ayuda, y es tan terapéutico dar, sentirse escuchado, como recibir ayuda.
Estos lugares de encuentro que pueden ser espacios preventivos de enfermedad mental tanto para los usuarios como para sus familiares cercanos, también puede ser una vía donde muchos se dan cuenta de que tienen más dificultades de las que pensaban y puede ser la puerta de entrada a otros tratamientos específicos ya sean grupales y/o individuales.
Y si seguimos un ejemplo concreto con grupos de padres/madres con reuniones quincenales donde se compartan inquietudes, dificultades, donde escuchen formas de hacer a otros padres, donde se sientan también escuchados, aquí se interviene tanto con los padres como con los hijos de manera indirecta.
Destacamos la importancia de la prevención (intervención) grupal, de los tratamientos humanizados, y no solo la búsqueda de la etiqueta, en los que el paciente no sea un sujeto pasivo sino activo, y de los equipos multidisciplinares donde los profesionales nos podamos comunicar y compartir con fluidez distintas perspectivas de una problemática, porque permiten salir de las clasificaciones y el encasillamiento de personas que se da en muchos casos.
http://espacio-publico.com/en-defensa-del-derecho-a-la-salud-mental/comment-page-1#comment-6792