Muchas personas, en su lecho de muerte, al hacer una reflexión sobre los años vividos, experimentan ciertos arrepentimientos. La enfermera australiana Bronnie Ware, que ha dedicado décadas a cuidar a hombres y mujeres con diagnósticos terminales y en cuidados paliativos, realizó un estudio en el que identificó las principales cosas de las que más se arrepienten antes de morir. Curiosamente, estas reflexiones se repiten con más frecuencia de lo que imaginamos.
Hay 5 que se repetían con una frecuencia alta:
Haber vivido una vida más auténtica
Muchos confiesan que no tuvieron el valor de vivir la vida que realmente querían, dejando que las expectativas de otros o las circunstancias los condicionaran.
«Es el arrepentimiento más común de todos. Cuando la gente se da cuenta de que su vida ya casi se ha terminado y echan la vista atrás con cierta claridad, es sencillo ver cuántos sueños no han cumplido. Casi nadie ha logrado siquiera la mitad de sus sueños, y se mueren sabiendo que fue por decisiones que ellos tomaron. Decisiones en la mayoría de los casos condicionadas por muchas variables tanto del momento en el que vives como las circunstancias y por supuesto los condicionantes familiares que van a determinar en muchos casos una toma de decisiones u otra. Pero la carga con las consecuencias de tomar una decisión sin el apoyo a veces es insostenible, ya que las consecuencias de equivocarse pueden caer como una losa y aplastarte, mientras que si te equivocas por decisiones que tomaron por ti…… su apoyo lo tendrás aunque fracases…. Y sentirte acompañado y respaldado es fundamental para el ser humano, necesitamos que nos respalden aunque nos equivoquemos, y ahí estará el crecimiento de la persona, el crecimiento de la identidad, la libertad para elegir, en el apoyo incondicional.
Una parte importante del ejercicio terapéutico es este, identificar lo que uno quiere, sus decisiones personales, diferenciarlas de lo que los demás quieren para uno, de lo que esperan de uno, valorar las posibilidades reales de acción y aceptar las consecuencias tanto positivas como negativas de nuestras decisiones. Y si en un futuro las consecuencias no son las esperadas….. aceptar que todos nos equivocamos muchas veces, y que también nos equivocamos cuando (aparentemente no tomamos decisiones) porque esa en sí es decantarse por una opción. Identificar quien somos y que queremos es parte del ejercicio personal en terapia y como indica Lola López Mondéjar en su libro “sin Relato”, se atribuye a Shakespeare en Hamlet “ junto a su melancólica pregunta sobre el sentido de la existencia, separándolo de la obediencia divina y sus representantes, en cambio Macbech, soldado medieval, es obediente al destino marcado por su rey y posteriormente por las brujas y su esposa”.
Haber trabajado demasiado
«Desearía no haberme centrado tanto en mi trabajo. “Me lo ha dicho cada uno de los hombres a los que he atendido . Echaban de menos la infancia de sus hijos y la compañía de sus parejas», analiza.
Ware analiza que «a las mujeres también les pasa, pero como la mayoría a las que he atendido eran muy mayores, casi todas habían sido amas de casa. Pero cada hombre con el que he trabajado se ha arrepentido profundamente de pasar demasiado tiempo trabajando».
Hay un movimiento que empezó en EEUU, que trata justamente de este tema, se llama el «movimiento trabaja menos» “la Gran renuncia” se refiere a diferentes tendencias y movimientos sociales que buscan una reducción de la jornada laboral, una mayor flexibilidad en el trabajo y una redefinición de la relación con el trabajo en sí. Estos movimientos abarcan desde la lucha por una jornada de ocho horas hasta la búsqueda de nuevas formas de vida que prioricen el bienestar y la conciliación. Parece que estas personas han leído este estudio…. Y deciden dentro de sus posibilidades valorar su vida personal y cómo quieren vivirla sin matarse a trabajar. “Siempre y cuando esto se pueda llevar a cabo que no siempre es posible”.
Hoy en día nos enfrentamos a otros retos, que quizá en su lecho de muerte esta frase puede ser repetida por hombres y se unen las mujeres. Ya que la incorporación de la mujer al trabajo ha sido un hito, pero a la vez puede llevarle a fagocitarse como le ha pasado a la población masculina en el pasado.
También tiene la lectura de que su incorporación en muchos casos ha liberado al hombre de tener que estar en dos trabajos para poder solventar la economía familiar y poder disfrutar los dos del área familiar y personal de una forma mucho más equilibrada.
Es cierto que no siempre es posible, pero valorar cómo queremos vivir y cuánto tiempo dedicamos a lo que realmente importa, se vuelve esencial para evitar arrepentimientos en el final.
La valentía de expresar los sentimientos
«Ojalá hubiese tenido el coraje de abrirme más». Lo que decimos, lo que callamos, lo que nos atrevemos a contar. Ese es uno de los pesares más grandes de las personas que están a un paso de la muerte
«La gente reprime sus sentimientos para mantenerse en paz con otros. Como resultado, se condenan a una existencia mediocre y nunca se convierten en quienes eran capaces de haber sido. Como consecuencia, desarrollan enfermedades relacionadas con la amargura y el resentimiento con los que han cargado». Indica la enfermera.
No siempre podemos expresarnos en todo momento, pero encontrar un equilibrio y no reprimir lo que sentimos es clave El sufrimiento humano puede ser tan grande que como indica la enfermera llegar a enfermar tanto físicamente como psíquicamente.
Desde la pandemia a la actualidad ha habido un cambio en la salud mental y también en la población que busca terapia, que lee en internet, que se cuestiona y que expresa más aunque sea con diagnósticos equivocados lo que le pasa.
En la población masculina hay un avance muy importante de hombres mayores a partir de los 60 años que empiezan a acudir a terapia y empiezan a expresarse como nunca antes lo hicieron, a hablar de sus dificultades y sentimientos y a abrirse a confiar a alguien sus preocupaciones y dificultades, “Aprovecho para agradecerles su confianza puesta en mi”.
Otra cuestión también importante es atreverse a hablar de sus traumas, abusos y maltrato recibidos y callados durante muchos años, cada vez más se estudia y trabajamos frecuentemente esta área del “trauma”, que parece como una especialidad, pero que realmente los psicólogos y psiquiatras llevan toda la vida trabajando sobre ellos y sobre sus síntomas diferentes en cada individuo. Y hacer particular mención a los hombres que se atreven a expresar haber sido maltratados y confiar todos sus sentimientos y angustias asociados.
Mantener las amistades
«Habitualmente no se dan cuenta plenamente de los beneficios de las viejas amistades hasta que se están muriendo y ya no es posible corregirlo», cuenta.
«Se enfocan tanto en sus vidas que dejan pasar amistades de oro. He visto muchos arrepentimientos por no haber dedicado el tiempo y esfuerzo que merecían esas relaciones. Todos echan de menos a sus amigos cuando fallecen», escribe esta enfermera.
Una de las consecuencias de las frases anteriores sea el alejamiento de las amistades. Si trabajas tanto que no tienes tiempo, y cuando lo tienes solo quieres descansar, si estás cohibido y esto puede hacer que no tomes decisiones de priorizar a las amistades, Además, si tu estado de ánimo se ve afectado por no vivir la vida que realmente deseas, eso también puede influir en cómo te relacionas con los demás.
Los cambios a lo largo de la vida —como el trabajo, el cambio de residencia, los hijos— hacen que la vida se llene de otras prioridades y que no valoremos tanto las amistades que construimos en su momento. Sin darnos cuenta, podemos alejarnos tanto que, cuando queremos retomar esas relaciones, ya ha pasado mucho tiempo y parece difícil volver a retomar.
Por eso, en terapia trabajo mucho el área social: buscar grupos afines, comunidades donde compartas gustos, filosofía de vida, valores… También recomiendo desempolvar esa antigua agenda de amigos y, después de años, atreverse a hacer sonar ese teléfono o buscarles en internet. Es un paso importante y facilitador para reconectar.
El área social y de amistades va a cobrar cada vez más importancia, especialmente porque las familias son más reducidas, el trabajo se vuelve más individualizado con mucho teletrabajo, y la tasa de natalidad disminuye. Todo esto puede convertirse en un factor decisivo para la salud mental en los próximos años.
Ser más feliz
Según Ware, uno de los grandes pesares en la vida de las personas en su lecho de muerte es no haberse permitido ser más felices.
La autora del libro señala que muchas personas se atascan en rutinas viejas, en esa llamada «zona de confort», y tienen miedo al cambio. Eso les hace engañarse a sí mismos y a los demás, cuando en realidad lo que más desean es reírse como es debido, disfrutar y pasarlo bien.
Ser “feliz” es un término muy amplio y ambiguo, donde se pueden englobar las anteriores frases, pero también tiene un lugar propio como le ha dado la autora.
Dentro de que partamos de la base que ser feliz no siempre es una elección, sino que hay condicionantes que hacen la vida muy difícil para millones de personas, las guerras una de ellas;
podemos poner el foco en personas (muchas) que por su estilo de vida, por la rutina… llevan vidas empobrecidas, anodinas, con pocos retos, muchas rutinas, y
Eduardo Punset lo decía en sus libros, si nos fijamos en la pirámide de Maslow, evidentemente para alcanzar la felicidad, las necesidades básicas tienen que estar satisfechas, pero una vez que estás están satisfechas, la sensación de felicidad no va a venir por la parte económica aunque esta contribuya, sino por la forma de vivir, porque en tu vida haya experiencias enriquecedoras.
En definitiva, la felicidad no solo depende de lo que tenemos, sino de cómo vivimos y de las experiencias que acumulamos a lo largo del camino.